Tesis que efectua un analisis ampliamente documentado del rol de las mujeres en las Fuerzas Armadas y especialmente sobre la necesidad y conveniencia de incluirlas en unidades de combate.

martes, 6 de noviembre de 2007

VIII.- REFLEXIONES FINALES.-

VIII.- REFLEXIONES FINALES.-

No deja de ser paradójico que en los Estados Unidos, país que más experiencia práctica ha tenido en guerra durante los últimos 60 años, la legislación actual no permite que las mujeres participen del combate directo. Más aún, las 37 bajas femeninas en Irak, los ha llevado a que el Congreso exija una investigación de si se está cumpliendo el espíritu de la Ley. Mientras esto sucede en el país del Norte, en Chile, algunos sectores políticos y feministas presionan e insisten para incluirla.

Definitivamente, falta experiencia práctica y tiempo. Mucho tiempo, antes que tengamos alguna claridad sobre el tema.

En nuestro caso, debemos seriamente preguntarnos si vale la pena exponer a nuestras mujeres, a las Fuerzas Armadas y al país a una aventura en la cual no existe certeza de sus resultados y consecuencias.

Aspectos como los morfológicos hacen naturalmente a la mujer menos fuerte y también menos resistente a la fatiga que el hombre. Las diferencias fisiológicas (menstruación), el embarazo y el parto complican la participación continua de la mujer en los entrenamientos y en el frente de combate. El matrimonio y los hijos restan disponibilidad a la mujer para su desarrollo profesional en las fuerzas operativas. Esto pasa a ser relevante en momentos de crisis, donde se requiere un 100% de disponibilidad de todas las fuerzas activas entrenadas.

Otros factores a considerar son los costos de adecuación de la infraestructura militar y de los medios, especialmente en la Armada, que requiere la incorporación de la mujer a las unidades de combate, los que son, generalmente altos o muy altos. Si bien es cierto que existe una presión política continua por lograr el ingreso de la mujer a las fuerzas de combate, no es menos verdad que en los países donde tienen acceso a ellas, su participación no llega a más de un 1 ó 2%. Estos porcentajes corroboran la falta de vocación o interés que la mujer muestra por el tema militar operativo.

También, se debe tener en cuenta que el medio militar en general no acepta de buena gana a la mujer en las unidades de combate. Esto debido a la falta de capacidad física para compartir los trabajos pesados, la dificultad para entablar una relación de verdaderos camaradas de armas y el trato diferente que se les otorga. Por otra parte, a la mujer del militar, en su mayoría, le complica la presencia de mujeres en las unidades de combate. Especialmente en aquellas donde las ausencias son prolongadas, en condiciones de falta de espacio y de comodidades, además de la promiscuidad natural que en éstas se produce.

Si se busca justificar el ingreso de la mujer a las fuerzas de combate utilizando el concepto de “que todos somos iguales ante la ley”, es importante recordar que, en democracia, este concepto se refiere a la igualdad jurídica y no a una seudo igualdad total. No es igual la capacidad de unos y otros, tampoco las características físicas y fisiológicas, menos aún los intereses. Si no fuera así, no existiría la individualidad ni la competencia. Seriamos todos iguales, un producto industrial producido en línea.

Pretender realizar estos cambios argumentando que “otros países lo han hecho” o que “es parte del proceso de modernidad del país”, no resiste análisis. Definitivamente, nuestra realidad social y militar es diferente a la de aquellos países que intentan involucrar a la mujer en combate. Además, la actual estructura de personal de nuestras Fuerzas Armadas ha demostrado ser eficiente y capaz de cumplir cabalmente su misión constitucional.

Sin lugar a dudas que al gobierno recientemente asumido, le cabe una especial responsabilidad en esta materia. El, deberá velar porque las Fuerzas Armadas sean capaces de defender en forma eficiente nuestra seguridad en el difícil entorno en que estamos situados y no olvidar, que no hay política exterior exitosa sin unas Fuerzas Armadas competentes.

Para finalizar, quisiera reiterar que la guerra es, en esencia, violencia, destrucción y muerte. La mujer en cambio, es fuente de vida.

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