Tesis que efectua un analisis ampliamente documentado del rol de las mujeres en las Fuerzas Armadas y especialmente sobre la necesidad y conveniencia de incluirlas en unidades de combate.

martes, 27 de noviembre de 2007

I.- INTRODUCCIÓN

La dinámica acelerada de los cambios mundiales y regionales y el nuevo modo de hacer política, entendiéndose como el manejo de los asuntos públicos, que varió drásticamente con respecto a lo que rigió desde finales de la Segunda Guerra Mundial, colocan a nuestras autoridades frente a un desafío enorme.

Esto, directamente relacionado con nuestro tema de interés: la Defensa.

La experiencia de los años ochenta y noventa parecen no ser ya aplicables para indicar el camino a seguir. Nuestro país consolidó un sistema democrático de gobierno, el mundo dejo de ser multipolar, la globalización parece absorbernos, los enemigos ya no parecen serlo y los amigos tampoco. Los desafíos aparecen y desaparecen con igual velocidad.

Dentro de este contexto, Chile se ha caracterizado por una política económica exitosa de Libre Mercado, abierta al mundo y con especial énfasis en integrarse económicamente a través de acuerdos de libre comercio. Esta situación, inevitablemente tiene efectos sobre los aspectos estratégicos y militares inherentes al posicionamiento del país en el sistema regional y especialmente en el cono sur; en términos de alterar sus tradicionales percepciones de amenazas externas, especialmente en cuanto a la forma como a la oportunidad en que éstas se materialicen.

En los inicios del siglo XXI el escenario estratégico viene marcado por la aparición de nuevos riesgos y amenazas para la paz, la estabilidad y la seguridad nacional e internacional, los que se suman a los considerados tradicionales y que, hasta ahora, son combatidos por la fuerza militar. Este escenario está en continua evolución y emergen como riesgos principales los diferendos por motivos económicos (Agua, Gas, Capitales, Fondos Marinos, etc.), operaciones combinadas de guerra exterior y el terrorismo, tanto nacional como internacional, ya sea actuando con independencia o con la posible combinación de amenazas.

De acuerdo a la Constitución Política del Estado, las instituciones llamadas a enfrentar estos nuevos desafíos son nuestras Fuerzas Armadas, a las que define claramente en su Capítulo XI, Artículo 101.

“Las Fuerzas Armadas dependientes del Ministerio encargado de la Defensa Nacional están constituidas única y exclusivamente por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Existen para la defensa de la Patria y son esenciales para la seguridad nacional

Sin duda que para cumplir su misión requieren de los mejores hombres y mujeres de la nación, el entrenamiento constante y exigente, además del equipamiento adecuado.

En los últimos tiempos hemos estado escuchando desde diversos sectores políticos, la importancia de incluir a nuestras mujeres en las fuerzas de combate. Las Fuerzas Armadas aparecen más abiertas que nunca a ellas. La parada militar es una buena muestra de ello. No sólo son las más mostradas, sino que pareciera que existe una suerte de competencia entre las instituciones armadas por cuál les da mayor protagonismo.

La discusión del tema se ha centrado en dos sectores relevantes. Por un lado, el gobierno y los partidos llamados “progresistas” de la Concertación, algunas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y grupos feministas menores. Al frente, han estado las Fuerzas Armadas. Algunas de las instituciones están muy abiertas al tema y otras permanecen más prudentes, con muchísimas dudas acerca del aporte real de la mujer en las fuerzas de combate.

Pero… ¿qué hay de fondo en todo esto?

¿Es, acaso, necesario exponer a nuestras mujeres en las fuerzas de combate para lograr la misión específica que nuestra Constitución les asigna a las Fuerzas Armadas?

¿Es su presencia, en nuestras fuerzas de combate, un aporte para darles mayor capacidad a nuestras instituciones armadas y con esto disuadir en mejor forma a nuestros posibles adversarios o simplemente se trata de un imperativo político?

Contestar estas preguntas es el objetivo de esta investigación.

Un estudio en estas materias, choca contra una barrera difícil de superar. La información sobre los problemas de personal al interior de los cuerpos armados, no siempre está disponible para ser analizada.

En las naciones europeas occidentales en las que el debate es abierto en todas las materias, incluso en el campo de la defensa, los problemas derivados de la incorporación femenina a las FF.AA. se han discutido en el parlamento y en la prensa, de modo que existe una abundancia relativa de información. En los EE.UU. hay disponibilidad de información por la tendencia de los norteamericanos a discutir sin mayores restricciones los problemas, aún los más delicados.

No obstante, en todos estos casos, la información divulgada nunca es tan completa y fidedigna como se quisiera. Intereses políticos (nacionales o de grupos), cuestiones de seguridad, defensa de la privacidad de las personas involucradas, la confidencialidad necesaria para no afectar procesos judiciales en desarrollo, y otros argumentos, son algunas de las razones esgrimidas para mantener ciertos temas bajo reserva.

En nuestra América hispana, marcada por las desconfianzas y las disputas territoriales entre países vecinos, los asuntos de la defensa no se resuelven en el debate público. La información que se puede obtener es la que se difunde para los efectos del reclutamiento y los contenidos de las leyes que se han dictado. Los eventuales problemas, los pro y los contra, se mantienen en reserva y los esfuerzos de algunos pequeños grupos por despertar el interés del público o de las esferas políticas para llevar el tema al debate abierto, logran escasos resultados. Informaciones que en otras regiones son difundidas sin restricción, en nuestro subcontinente son mantenidas en la más absoluta reserva, aún cuando su conocimiento público no represente riesgo alguno a la seguridad nacional o institucional.

Una característica del debate que se ha suscitado sobre este tema, es que la mayor parte de la literatura publicada, se ha centrado en el problema de la incorporación de la mujer al sistema y de las adaptaciones que se deben realizar en los cuerpos armados para hacerla efectiva. Nada o casi nada se dice acerca de los beneficios que esta incorporación tiene o puede tener para la mejor gestión militar de los estados, tampoco se toca el punto relativo al aporte que las especiales características de la personalidad femenina pueden hacer al conjunto.

Mucho menos se ha tratado el tema de la familia del militar y el impacto que en ella puede tener la presencia de mujeres en un mundo marcadamente masculino. Tampoco ha existido la disposición para analizar las experiencias reales de otros países, en torno a las incontables dificultades que han debido enfrentar las mujeres que se han unido a las FF.AA. en funciones de combate.

El presente trabajo, aunque la mencionará frecuentemente, no se refiere a la presencia femenina en funciones de apoyo de tipo administrativo o logístico. Sea en tareas como escribiente, secretaria, médico, enfermera, abogada, telefonista u otras actividades en las que se pueden desempeñar indistintamente, hombres y mujeres. Nuestro objetivo, está dirigido a analizar la presencia de la mujer en las unidades operativas, como un combatiente más, en un plano de mayor o menor igualdad con el varón.



[1] Se refiere a la participación de fuerzas militares en coalición con otros países por mandato de las Naciones Unidas o en apoyo a un país aliado.



lunes, 26 de noviembre de 2007

II.- RESUMEN HISTÓRICO.

Con la aparición del Cristianismo la historia de la mujer tiene un momento en que se marca un antes y un después. Sin duda que la concepción de “persona” de la nueva religión, en la que se iguala a varones y mujeres, revolucionó al mundo.

En el pasado la mujer no estaba bajo ninguna circunstancia al mismo nivel del hombre. Era un ser inferior, puesto por la naturaleza al servicio del varón. La presencia de mujeres influyentes en la vida política, siempre se daba a la sombra de algún hombre o en apoyo a la labor de éste. Aunque las haya, las mujeres conduciendo los destinos de una nación son escasas y se las recuerda por ser pocas.

En el pueblo judío antiguo la mujer carecía de todo derecho. Al extremo de que en caso de enviudar perdía todos los bienes del difunto, a los que accedía en virtud del matrimonio. Estos bienes naturalmente pertenecían sólo a los hijos varones, si los había, o tornaban a la familia del marido. La familia de la cual la mujer provenía, rara vez recibía de vuelta a la viuda. De allí la insistencia de Cristo, en cuanto a la práctica de la caridad, de dar especial atención a viudas y huérfanos.

Así mismo, la opción de combatir era privilegio exclusivamente masculino, debido a que el combatiente tenía derecho al reparto del despojo de los vencidos, los que incluían en algunos casos, las mujeres y niños, quienes se convertían en esclavos o se sacrificaban a los dioses del vencedor.

No hay un solo relato de veracidad demostrable que se refiera a alguna mujer combatiendo en las culturas egipcia, griega o latina. Sólo se tiene como antecedente, el mito de las amazonas, que habrían existido en las riberas del Mar Negro y que ha logrado fama, precisamente por su carácter de excepcional.

Entre los griegos, así como entre los romanos, los dioses pueden ser masculinos o femeninos, pero ello no tiene su correlato en el plano de la vida humana. El hombre domina sin contrapeso en el mundo terrenal. En todo caso, los dioses masculinos están marcados por la fuerza y se imponen por lo general a las diosas, aunque éstas son indudablemente más virtuosas.

A través de Aristóteles sabemos, que tanto Sócrates como Platón habían enseñado que la mujer debía recibir entrenamiento militar y luchar codo a codo con los hombres. Estas ideas no penetraron en la sociedad griega. El mismo Platón señala que el hombre debe observar el ejemplo de los animales domésticos, como los perros, en los que el cuidado que las hembras dan a sus hijos, no las eximen de sus tareas en la protección del rebaño de la casa. Nada de ello cambió la condición femenina en el mundo griego. El filósofo no reconoce al hombre superioridad respecto de la mujer en lo intelectual, pero sí en lo físico. No obstante, que sólo las mujeres excepcionales son capaces de superar en todo a los hombres.

Un punto de dificultad para los filósofos griegos, se refería a una cuestión del pudor. La educación física, indispensable para la práctica de la cosa pública o del servicio militar, se llevaba a cabo en el gimnasio, en el que los atletas se ejercitaban desnudos, situación inaceptable para la mujer, custodia del pudor de la sociedad.

Pese a la enorme influencia que los filósofos ejercieron en la cultura griega, el tema de la presencia femenina en la política y en la guerra no experimentó cambio alguno en la gran civilización griega, ni en su heredera histórica, la cultura latina.

Esparta, estado legendario por ser ejemplo de una sociedad absolutamente organizada con vistas a la guerra, daba a la mujer un rol muy definido. Atender la casa y educar a los hijos... para la guerra.

De no mediar la influencia del cristianismo el mundo medieval habría recibido los escritos griegos y latinos, sin prestarles atención, al menos en estos asuntos.

La noción de persona, es decir de individuo racional responsable de sus actos, da al ser humano una visión distinta de la relación entre varón y hembra, ya que ambos quedan igualados en su esencia racional. Aun cuando ello no ejerció mayor efecto en orden a cambiar la relación de dependencia de la mujer respecto del varón, le otorgó un reconocimiento que antes no tuvo. El culto a la Madre de Dios también ejerce su impacto, pues en Ella, la mujer alcanza un grado de excelencia que ningún varón puede pretender para sí.

Sin embargo, San Pablo es claro en señalar que la mujer está sometida al varón en el matrimonio y en la jerarquía de la Iglesia. No obstante, esto no implica que la mujer no tenga un lugar de importancia, mientras el marido es cabeza de la mujer, ésta es el corazón del hombre.

La Iglesia también veló por el respeto que el marido debía a su mujer, recogido en la vieja fórmula nupcial del Misal Romano: “Mujer te doy, que no sierva”. La mujer quedaba subordinada al varón, pero no a su servicio.

La salvación no hace distingos y eso es lo que finalmente cuenta. Para el cristiano, todo lo demás es sólo temporal.

La historia de la Iglesia nos muestra a numerosas mujeres que ejercieron gran influencia en sus comunidades, ya sea promoviendo la fe, defendiendo a los perseguidos o compartiendo sus sacrificios, pero nunca asumiendo roles militares. Esto no significa que la función militar haya sido menospreciada por la nueva religión. El santo más popular en Chile, San Sebastián, era un soldado romano.

Los pueblos germánicos contemporáneos de griegos y romanos, herederos de una tradición guerrera, desarrollaron una cultura cuyos valores fundamentales siguen siendo, hasta hoy, los propios de la vida militar; la lealtad como factor clave en las relaciones personales, el espíritu de sacrificio, la jerarquización de la sociedad y del derecho, etc.

El ideal del germánico es morir en combate, para ir al paraíso. Allí tendrá por recompensa los insuperables favores de las valkirias. El germano viejo, incapaz de combatir, pierde el derecho a todo respeto y debe integrarse a las mujeres y los niños. La mujer en esta cultura carece de todo derecho, es un ser de segundo orden. No va a la guerra.

La cultura occidental, que fragua en un primer paso, en lo que se conoce como Edad Media, viene a ser el receptáculo de todas las corrientes anteriores. Las componentes grecorromanas, fuertemente influidas por el cristianismo, han hecho a nuestra cultura un aporte esencialmente intelectual (incluido el espiritual), al tanto que la cultura germánica acusa su influencia en aspectos de índole práctica.

En este ambiente, la mujer carece de igualdad de derechos (la sociedad es esencialmente estamental, es decir, fundada en derechos diferenciados o “privilegios”) frente al varón, pero puede asumir los derechos de éste, si no hay herederos varones o si éstos son menores de edad. La ley sálica, que niega a la hija el derecho de sucesión al trono habiendo heredero varón, es una prueba de ello.

Hay diversos relatos y comentarios escritos por autores de renombre que señalan a las mujeres en posiciones de liderazgo, frente a las cuales, los varones se subordinaron sin inconvenientes. No siempre ellas combatieron, pero los hombres aceptaron ser conducidos a la guerra por sus señoras feudales. Algunos autores no dudan en señalar que el hombre medieval estaba más dispuesto a aceptar la autoridad de una mujer, que el hombre contemporáneo.

En la polémica escolástica, el tema de la mujer en la vida militar también tuvo su espacio. A pesar de que muchas de las discusiones sobre el tópico repetían los argumentos de los filósofos griegos o latinos, es necesario reconocer que el catolicismo ejerció su impacto en el pensamiento escolástico en estas materias. Así, mientras se repetían las hazañas de las amazonas o de míticas guerreras vikingas, también se recurría a la Biblia, con sus Déboras y Judith. Gran parte de la discusión se centraba en el problema de los votos que profesaban quienes iban a Tierra Santa, principalmente con motivo de las Cruzadas, cuestión que preocupaba especialmente a los canonistas.

Se aceptaba que las mujeres tomaran votos, pero no que los tomaran con la finalidad expresa de combatir, aunque ejercieran el mando de tropas que ellas mismas en su condición de señoras feudales aportaban a la empresa. Hay informes bien documentados, de que las mujeres en Tierra Santa no desdeñaron el uso de las armas, cuando el solo hecho de llevar indumentaria masculina era un acto de valentía.

Obviamente que estos relatos se conservaron a causa de su condición excepcional. En realidad, la formación de un caballero se iniciaba en la infancia e implicaba un largo proceso, mientras que las niñas eran educadas en las labores del hogar. Así, mientras el hombre se preparaba para la guerra y la conducción política, la mujer se preparaba para el ejercicio de la economía doméstica y la educación de los hijos.

La más famosa de las mujeres comandantes militares en la Edad Media, fue Santa Juana de Arco (1412-1431), de quien el caballero Thiband d’Armagnac, alguacil de Chartres, dijo: “Al margen de los asuntos de la guerra, era sencilla e ignorante. Pero en lo referente a la conducción de los ejércitos y en las artes de la guerra, en la disposición de las tropas para el combate y en dar aliento a los soldados, se comportaba como el más experimentado de los capitanes en el mundo y como si toda su vida hubiera estado dedicada a aprender el oficio de la guerra.”

Santa Juana, aun cuando comandaba efectivamente las fuerzas, no combatía.

Su caso es especial, pues basaba su autoridad y talentos en un mandato divino recibido a través de las voces de San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita. Como sucedía con muchas otras mujeres medievales que lograron ser aceptadas al margen de lo que era considerado apropiado para su sexo y que argumentaban que Dios actuaba por su intermedio.

Es la heroína francesa por antonomasia.

La abundante literatura acerca de la mujer en la vida militar revela que el tema era de dominio común. No obstante, es también usual el temor de los autores de la época, al efecto deformador del orden social que podría sobrevenir por efecto de la presencia de la mujer en la vida militar como un hecho frecuente.

Si bien no se puede poner en duda la calidad de la argumentación escolástica en el terreno metafísico, los argumentos de carácter fisiológico o médico son muy pobres. De todos estos argumentos, el único que parece sostenerse incólume es el de la menor robustez del físico femenino, que en la época era más determinante que hoy, debido a que todas las armas de entonces (arcos, lanzas, mazas, sables o espadas, catapultas, arietes y otros) consistían en alguna forma de aplicación de la fuerza física del soldado para lesionar al oponente.

El más famoso e importante autor escolástico, Santo Tomás de Aquino (1225-1274), se limita a exponer que la mujer tiene su espacio propio en la administración de los bienes domésticos, lo que la aleja de la cosa pública. No se trata de un pensamiento machista, sino que dar el debido reconocimiento a la familia, en un esquema de pensamiento en el que el reino doméstico es el pilar en torno al cual se estructura el edificio social.

El maestro de Santo Tomás, San Alberto Magno (¿1193?-1280), plantea el tema de la incapacidad femenina para la guerra atendiendo a la naturaleza tímida de la mujer, lo que probablemente era cierto en su tiempo, en virtud de la educación que generalmente se les impartía.

En todos los casos, existe el genuino interés de los escolásticos por preservar el rol femenino con vistas a la persistencia de los valores y buen orden de la sociedad. El que se lograba por la directa participación de la mujer en la educación de los hijos. El bien común espiritual, encarnado en los valores de la cultura, prevalece en la mente escolástica por encima de hipotéticos derechos individuales, que tampoco despertaban el interés de sus eventuales beneficiarias.

La influencia del pensamiento escolástico, que sigue teniendo importancia en muchos aspectos, se mantuvo muy sólida en cuanto al rol femenino en la sociedad hasta comienzos del siglo XX.

En las culturas orientales la situación generalmente no ha sido distinta, si se las compara con el mundo clásico de griegos y romanos. Las hazañas militares de chinos, japoneses, indios, manchúes, mongoles y otros pueblos orientales, no mencionan a las mujeres. El asunto no deja de ser interesante dado que todas las culturas, salvo la occidental, han permanecido casi sin cambios por más de 2000 años.

Durante la Segunda Guerra Mundial se enfrentaron las fuerzas japonesas con tropas de los EE.UU. sin que se conozcan relatos de mujeres japonesas capturadas o muertas en combate. Solamente se conoce de niponas habitantes de algunas islas conquistadas por los EE.UU., como Okinawa, que prefirieron el suicidio a entregarse al enemigo. Sus compatriotas las habían advertido que de caer prisioneras serían objeto de toda clase de abusos, deshonrándolas a ellas y a sus familias. Aún en tan extremas y desfavorables condiciones ellas no lucharon.

Las culturas islámicas que han mantenido sus concepciones originales, recogen gran parte de lo vigente en el mundo del siglo VII. El esquema valórico del árabe musulmán tradicional, se resume en la expresión “mi fusil, mi camello y mi hijo”. Todo lo demás, incluida la mujer, es prescindible. La poligamia es un rasgo común de todos los pueblos mahometanos y es otro reflejo del valor de la mujer en esa cultura.

Para la mujer, el campo laboral fuera del hogar está generalmente vedado. Sólo es posible encontrar mujeres en funciones públicas en las naciones musulmanas más influidas por el mundo occidental. En estos países, no tienen cabida en las FF.AA. como combatientes.

Turquía, el país con mayoría musulmana más occidentalizado es entre los socios de la OTAN, después de Italia y Polonia, el de más baja presencia de mujeres en las FF.AA. Su representación alcanza a sólo el 3,95 % del total de sus efectivos y de ellas, ninguna está en unidades de combate (Ver TABLA 1). El que combate es el varón y sus atributos tradicionales incluyen el fusil, el cuchillo o la cimitarra, armas fuera del alcance de la mujer.


TABLA 1.-

Fuente: OTAN 2005.



domingo, 25 de noviembre de 2007

III.- SITUACIÓN ACTUAL 1.1 | España

A.- UNA MIRADA AL MUNDO:

1.- ESPAÑA

La historia española es un largo recuento de luchas armadas, varias de las cuales se libraron en el territorio peninsular y que, por lo tanto, implicaron de uno u otro modo a la mayor parte de la población.

Destaca entre las mujeres que intervinieron en las luchas armadas, la reina Isabel la Católica, no por haber actuado como combatiente, sino por haber coronado con éxito la recuperación de Granada, lucha de ocho siglos por la expulsión de los moros.

En el siglo XIX, España debió luchar una vez más por librarse de los invasores. A comienzos del siglo, las tropas napoleónicas ocuparon la península, para sostener el gobierno de José Bonaparte. Esta guerra, también llamada de Independencia, se libró en gran parte, por fuerzas irregulares y obligó a los civiles a tomar parte en ella. Entre tales civiles hubo muchísimas mujeres, de las cuales la historia y el folklore hispanos destacan a tres: Agustina de Aragón, Manuela Sancho Bonafonte y Casta Álvarez. (Ver Anexo A).

Durante la primera mitad del siglo XIX, España se vio envuelta en frecuentes conflictos internos, en los que se enfrentaron las mismas corrientes conservadoras y liberales que habían colisionado en el siglo anterior en Francia. Nuevamente las mujeres combatieron en las barricadas codo a codo con los hombres. Sin embargo, el carácter ideológico que adquirieron tales confrontaciones, hace muy difícil separar los hechos individuales de la mitología ideológica que caracteriza a este tipo de conflictos.

Lo mismo puede decirse de la Guerra Civil que azotó a España entre 1936 y 1939, con la diferencia de que a poco de iniciadas las operaciones militares el bando republicano, que antes había glorificado a las mujeres por su desempeño en combate, comenzó a retirarlas del frente. Un año después prácticamente ya no había combatientes mujeres en el frente.

Se extendió la creencia de que las mujeres que combatían eran prostitutas y que por tal razón transmitían enfermedades venéreas a veces más peligrosas que el fuego enemigo.

Por su parte, el bando nacional por estar conformado principalmente por fuerzas regulares, no contó con mujeres en sus filas, aunque ellas hayan combatido circunstancialmente. La Guerra Civil española no tuvo a la mujer como actor en combate, lo que no le impidió a éstas sufrir todo el rigor del enfrentamiento belico.

Después de la Guerra Civil, bajo el gobierno del General Francisco Franco, España se mantuvo en una línea conservadora en lo referente a las FF.AA., las que aun cuando avanzaron en la modernización de su equipamiento, mostraron escaso interés por el debate que se desarrollaba en otros países acerca de la participación de la mujer en la defensa nacional. Sistemas tan antiguos como el del servicio militar obligatorio (conocido popularmente como “la mili”), que en España no había experimentado cambios de importancia desde su creación, unos 200 años antes, permanecieron intactos, pese al evidente desprestigio en el que habían caído como consecuencia de lo injusto del proceso de selección.

Con la muerte del General Francisco Franco, surgió muy pronto la discusión de los temas que habían dormido por décadas. Los dos primeros gobiernos de transición, Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo, no se involucraron mayormente. Luego el debate se tiñó ideológicamente. En primer lugar, el gobierno socialista de Felipe González veía en las FF.AA. un bastión del franquismo en el que se concentraba el núcleo más duro de las fuerzas conservadoras y centró sus esfuerzos en desmontar el esquema valórico que había marcado a los militares españoles. Sin embargo, los cambios introducidos en la estructura militar hispana, que consolidaron todas las aspiraciones socialistas no tocaron los temas de fondo. El servicio militar permaneció. Es cierto que sufrió modificaciones en cuanto a la incorporación de la objeción de conciencia y la creación del servicio alternativo, pero mantuvo el injusto sistema de sorteo para definir a los acuartelados, así como la posibilidad de eximirse de tales obligaciones, mediante el pago de una cierta cantidad de dinero. El único tema de real importancia en que se avanzó durante el régimen socialista, fue en el del ingreso limitado de las mujeres a las FF.AA. En 1988, por primera vez en la historia de España, ingresaban damas cadetes a la Academia Militar de Zaragoza.

Fue el gobierno del Presidente Aznar el que consolidó los cambios más relevantes. En 1996, el Partido Popular, por motivos de negociación política, pactó con la Izquierda Unida una alianza, a cambio de introducir el concepto de FF.AA. profesionales, es decir, la eliminación del servicio militar obligatorio.

En esencia, el sistema adoptado es similar al norteamericano. Básicamente se trata de un núcleo de personal militar de carrera llamado “profesional”, más un contingente de voluntarios con bajos niveles de especialización, atraídos a prestar servicios durante un tiempo limitado, a cambio de un razonable nivel de ingresos y otros incentivos. Además existe la posibilidad de ingresar a los cuerpos profesionales de las FF.AA. o a los cuerpos paramilitares, como la Guardia Civil.

El modelo dispuso el ingreso de las mujeres en las FF.AA., en igualdad de condiciones respecto de los varones, en virtud de las normas legales de absoluta igualdad ante la ley, es decir, sin ningún tipo de restricciones. En la realidad, existen algunas restricciones a las mujeres. Les está vedado el acceso a los submarinos y a ciertas fuerzas especiales. Aun cuando las mujeres habían ingresado ya como militares a las FF.AA. en 1988, la aplicación del modelo de FF.AA. profesionales supuso la definitiva consolidación de su presencia en los cuerpos armados.

Los resultados de la primera convocatoria de mujeres para cubrir plazas como oficiales de las FF.AA., no fueron los esperados. Sólo se presentaron 55 postulantes y ninguna superó las pruebas de selección.

El modelo de soldado profesional, o más bien ocupacional, que supone un combatiente que lucha, no ya por la Patria, sino por un salario, no atrae a la juventud como se esperaba (Ver TABLA 2). Mantener una dotación de alrededor de los 100.000 hombres y mujeres que deberían constituir la fuerza efectiva de los Ejércitos (nombre genérico para designar a las FF.AA. españolas), ha supuesto un esfuerzo constante. La campaña publicitaria destinada a incentivar el ingreso de la mujer, no ha conseguido el acuartelamiento masivo de ellas, las que no superan el 14% del total de personal en servicio ( TABLA 3), lo que viene a revelar que pese a la poderosa propaganda que ha bombardeado a la sociedad hispana desde fines de los 70, las mujeres peninsulares no demuestran gran interés por ingresar a la milicia. Las TABLAS 4 y 5 revelan que la presencia femenina en los procesos educacionales de mayor nivel, también es baja.

TABLA 2.-

¿Ser militar es una vocación, como ser sacerdote, o una profesión, como abogado o ingeniero?


Institucional de

Institucional/

Institucional/

Ocupacional

Desencantado

Total


nuevo ingreso

ocupacional

socializado












%C %F

%C %F

%C %F

%C %F

%C %F

%C %F


(n)

(n)

(n)

(n)

(n)

(n)

Vocación

72,67 49,15

52,17 5,47

81,58 32,88

29,55 11,20

35,09 1,30

62,49 100


(755)

(84)

(505)

(172)

(20)

(1.536)

Profesión

26,66 31,02

45,34 8,17

17,93 12,43

68,21 44,46

61,40 3,92

36,33 100


(277)

(73)

(111)

(397)

(35)

(893)

Ns/Nc

0,67 24,14

2,48 13,79

0,48 10,34

2,23 44,83

3,51 6,90

1,18 100


(7)

(4)

(3)

(13)

(2)

(29)

Total

100 42,27

100 6,55

100 25,18

100 23,,68

100 2,32

100 100


(1.039)

(161)

(619)

(582)

(57)

(2.458)

%C= de la columna de la tabla

%F= de la fila de la tabla

Fuente: Quiénes Son Y Qué Piensan Los Futuros Oficiales y Suboficiales Del Ejército Español, Rafael Martínez Martínez, © Fundació CIDOB, www2.ubu.es/derpri/ciepola

TABLA 3.-

Distribución de sexo por Ejército en España.

Febrero 2006

Ejército

Sexo


Hombre

Mujer


Tierra

83,07

16,93


Armada

89,18

10,82


Aire

85,46

14,54


Cuerpos Comunes

80,77

19,23


% General

86,50

13,50


Fuente: Comandante Begoña Armendaria . Fiscal de la sala Militar del Tribunal Supremo (www.es.news.yahoo.com)

Actualmente, las Fuerzas Armadas españolas cuentan con una dotación de 121.060 efectivos. De ellas 16.311 (13,5%) son mujeres y 121.060 (86,5%) son hombres. Para el Partido Socialista Español (actualmente en el gobierno) la meta es lograr la paridad de hombres y mujeres en los ejércitos.

TABLA 4.-

Estadística de la Enseñanza Superior en España. Curso 2000-2001.

Enseñanza militar grado medio. Alumnado matriculado por academia militar, curso y sexo.

Unidades: Alumnado


Total


Primer curso

Segundo curso

Tercer curso


Total

Mujeres

Total

Mujeres

Total

Mujeres

Total

Mujeres

TOTAL

378

3

220

1

108

2

50

-

EJÉRCITO DE TIERRA

235

1

185

1

50

-


-

Cuerpo Gral. De las Armas

64

-

35

-

29

-


-

A. General Militar

35

-

35

-

-

-


-

A. Infantería

11

-

-

-

11

-


-

A. Caballería

3

-

-

-

3

-


-

A. Artillería

7

-

-

-

7

-


-

A. Ingenieros

8

-

-

-

8

-


-

Cuerpo de la Guardia Civil

140

1

140

1

-

-


-

Cuerpo de Especialistas

31

-

10

-

21

-


-

Escuela Politécnica

17

-

7

-

10

-


-

Otros Centros

14

-

3

-

11

-


-

ARMADA

83

1

7

-

29

1

45

-

Cuerpo General Militar

32

-

9

-

9

-

16

-

Cuerpo de Inf. De Marina

16

1

2

-

6

1

9

-

Cuerpo de Especialistas

35

-

-

-

14

-

21

-

Escuela Naval

14

-

-

-

14

-


-

Otros Centros

21

-

-

-

-

-

21

-

EJÉRCITO DEL AIRE

60

1

26

-

29

1

5

-

Cuerpo General

42

1

13

-

24

1

5

-

Cuerpo de Especialistas

18

-

13

-

5

-

-

-

A. General del Aire

18

-

13

-

5

-

-

-

Fuente: Ministerio de Defensa y Guardia Civil .

La presencia de la mujer en este nivel educacional, es tan reducida, que la representación en un gráfico de barras no alcanzaría a registrarla.

TABLA 5.-

Estadística de la Enseñanza Superior en España. Curso 2000-2001.

Enseñanza militar grado superior. Alumnado matriculado por academias militares, curso y sexo.

Unidades: Alumnado


Total


Primer curso

Nuevos inscritos en primer curso

Segundo curso

Tercer curso

Cuarto curso

Quinto curso


Total

Mujeres

Total

Mujeres

Total

Mujeres

Total

Mujeres

Total

Mujeres

Total

Mujeres

Total

Mujeres

TOTAL

1.083

32

202

6

200

6

198

8

198

6

237

4

248

8

EJÉRCITO DE TIERRA

695

28

132

6

130

6

127

6

126

5

150

4

160

7

Cuerpo Gral. De las Armas

607

22

132

6

130

6

127

6

95

4

120

2

133

4

A. Gral. Militar

354

16

132

6

130

6

127

6

95

4

-

-

-

-

A. Infantería

81

2

-

-

-

-

-

-

-

-

44

-

37

-

A. Caballería

51

1

-

-

-

-

-

-

-

-

9

-

42

-

A. Artillería

64

-

-

-

-

-

-

-

-

-

34

1

30

-

A. Ingenieros

57

3

-

-

-

-

-

-

-

-

33

1

24

2

Cuerpo de la Guardia Civil

88

6

-

-

-

-

-

-

31

1

30

2

27

3

ARMADA

210

1

37

-

37

-

37

-

39

1

47

-

50

-

Cuerpo Gral. Militar

166

1

30

-

30

-

30

-

31

1

36

-

39

-

Cuerpo de Inf. De Marina

44

-

7

-

7

-

7

-

8

-

11

-

11

-

EJÉRCITO DEL AIRE

178

3

33

-

33

-

34

2

33

-

40

-

38

1

A. Gral. Militar

187

3

33

-

33

-

34

2

33

-

40

-

38

1

Fuente: Ministerio de Defensa y Guardia Civil

La participación de la mujer en las FF.AA. españolas se ve también graficada en las siguientes cifras, correspondientes a los centros de formación (escuelas matrices):

El 6% del total de alumnos corresponde a mujeres; de ellas, sólo el 28% se encuentra en los cuerpos combatientes (Cuerpos Generales e Infantería de Marina). En Ingenieros militan el 12% y en Intendencia, el 11%. Las demás, se encuentra en los llamados Cuerpos Comunes (nuestro equivalente a Servicios, aunque en este caso, no pertenecen a un Ejército en especial), que incluye al personal no combatiente (ver GRÁFICO Nº 1). Al escaso interés de la mujer por ingresar a las FF.AA., se suma el hecho de que el grueso de las alumnas se orienta a áreas de desempeño alejadas de las tareas de combatiente.

Las FF.AA. españolas no han avanzado en aspectos básicos relativos a la incorporación femenina, a pesar de que las normas adoptadas convierten a los Ejércitos, en las instituciones más “progresistas” en estas materias. No se han regulado apropiadamente cuestiones elementales, tales como el caso de las mujeres embarazadas (en relación con las exigencias

que deben cumplir), las disponibilidades de alojamientos segregados, las adaptaciones de las unidades navales para recibir tripulantes femeninos, establecimientos disciplinarios y penitenciarios separados. Tampoco se han dictado normas relativas al matrimonio entre miembros de las FF.AA.

Los problemas de fondo que se han suscitado con la incorporación de la mujer al servicio de los ejércitos se presentan en el terreno de la disciplina. Las significativas diferencias fisiológicas entre el físico varonil y el femenino hacen realmente imposible de aplicar el principio de “no discriminación” (entiéndase por “justicia”), volviéndose en la práctica en una discriminación hacia los soldados varones, cuyas exigencias de desempeño no han sido modificadas debiendo asumir la carga que las mujeres no pueden absorber.

Las normas disciplinarias iguales para ambos sexos, son más relajadas en su aplicación para ellas que para ellos, con el creciente malestar entre los hombres, que se ha traducido en una campaña de mensajes anónimos dando a conocer los casos más evidentes de la nueva forma de discriminación. Cuando las quejas de los miembros de los cuerpos armados se canalizan por vías clandestinas, es factible concluir que dichos cuerpos se encuentran cercanos a una crisis de disciplina y mando.

Para la causa de los partidarios de la presencia irrestricta de la mujer en la vida militar, España no ha sido un buen ejemplo. Esto, debido a las razones esgrimidas para imponer esta presencia, por el carácter ideológico del debate en torno a la materia, por la improvisación con que se ha enfrentado el conjunto de cambios tan radicales que necesariamente hubo que realizar y por el hecho de que la aplicación del modelo vigente de FF.AA. sólo es el resultado de una transacción política de coyuntura. En ningún caso, el tema de la eficiencia de los Ejércitos, ha sido la causa real de los cambios que se implementaron.

FIGURA 1.-



Fuente: Fundación CIDOB, Barcelona. 2001.