Tesis que efectua un analisis ampliamente documentado del rol de las mujeres en las Fuerzas Armadas y especialmente sobre la necesidad y conveniencia de incluirlas en unidades de combate.

jueves, 8 de noviembre de 2007

VI.- CONDICIONES LABORALES EN LAS FF.AA. | Fuerzas del Aire

3.- LAS FUERZAS DEL AIRE

Las fuerzas del aire, en lo referente a las condiciones laborales, no ofrecen grandes diferencias respecto de las terrestres. La vida regular se desarrolla en cuarteles que aparte de las instalaciones necesarias para el mantenimiento y la operación de las aeronaves, muestran bastantes similitudes.

La existencia de mujeres como miembros de las tripulaciones aéreas, implica la necesidad de contar en todas las bases aéreas a las que ellas pudieran arribar con medios adecuados a sus necesidades, aun cuando la cantidad de mujeres en estas tareas sea ínfima.

Las tareas habituales sí son diferentes, debido a que los medios aéreos son equipos de gran complejidad técnica, de modo que el esfuerzo destinado al mantenimiento de los medios materiales absorbe un tiempo considerable de las energías del personal. Muchas de estas tareas pueden ser desempeñadas indistintamente por varones y damas, en campos específicos, como electrónica, aviónica y otros, en condiciones de razonable igualdad. En este sentido, la creación de vínculos de camaradería entre ellas y ellos se ve favorecida.

Las fuerzas aéreas tienen su mayor diferencia con las terrestres, en el sentido de que mientras en éstas toda la unidad va al combate, en aquéllas sólo son verdaderamente combatientes las tripulaciones aéreas, grupo bastante reducido en relación con el total de la fuerza efectiva. Las unidades de defensa aérea no se distinguen mayormente de las fuerzas terrestres que cumplen funciones similares.

Esto plantea un desafío muy particular para los oficiales de las fuerzas del aire, pues la forma de crear vínculos de camaradería con sus subalternos no puede darse por la vía de compartir las vicisitudes del combate, sino por el grado de dependencia que el tripulante de aeronave tiene, en sus capacidades de combate y de supervivencia, respecto de las habilidades técnicas del ingeniero y del mecánico que realizan el mantenimiento y entregan el apoyo logístico.

Los oficiales que operan las aeronaves de combate sí generan entre ellos, vínculos de camaradería al estilo tradicional. Cuando a este grupo se integran mujeres, las cosas sufren algunos cambios, ya que se espera que el piloto de combate o de aeronave de apoyo, se mantenga en condiciones físicas e intelectuales aceptables para el vuelo en aviones que plantean elevadas exigencias al piloto, condiciones a las que el organismo femenino no siempre se adapta adecuadamente, en virtud de los ciclos a que se ve sometido con regularidad.

Los períodos de embarazo y lactancia suponen una interrupción en el proceso de adquirir y mantener un nivel determinado de entrenamiento, en desmedro de la eficiencia del conjunto de la unidad y encarecen el esfuerzo de búsqueda del nivel exigido en la preparación para la guerra. Por lo general, el piloto de combate debe mantener un nivel mínimo de entrenamiento, que se pierde rápido cuando no se ejercita regularmente. En una mujer, expuesta a embarazos o períodos de lactancia, el nivel mínimo para conservar sus aptitudes de vuelo sufrirá interrupciones, debiendo repetir con mayor frecuencia que el varón, las etapas más básicas del entrenamiento. Esto tiene un costo adicional que en el caso de un piloto de combate es relevante.

Esta diferencia entre varones y mujeres atenta contra el espíritu de cuerpo, debido a que no todos los miembros del equipo pueden rendir en la misma medida y es natural que haya que adoptar normas diferenciadas para hombres y mujeres, a fin de que las calificaciones puedan ser realizadas con justicia.

El riesgo de que el avión sea derribado, va a la par con el de que la tripulación sea capturada. El problema de los riesgos a que se expone la mujer prisionera de guerra, ya fue mencionado en el caso de las fuerzas terrestres, por lo que valen aquí los mismos elementos de juicio de entonces; con el adicional de que los riesgos de ser hecha prisionera son significativamente más altos, pues la aeronave operará regularmente sobre el territorio bajo control del enemigo. Los pilotos derribados son expuestos a persecuciones sistemáticas por las fuerzas adversarias, muchas veces motivadas por el deseo de venganza ya que han debido soportar el ataque de la misma aeronave derribada. No es lo mismo ser objeto de la persecución del enemigo, cuando se está en la compañía de los camaradas, que cuando como el piloto derribado, debe enfrentar el peligro en la más completa soledad. Es de suponerse a qué situaciones se verá expuesta una mujer en tales circunstancias.

Otro aspecto del riesgo de volar y ser derribado, es el de la eyección desde el avión. Sabido es que un piloto que es eyectado, experimenta aceleraciones brutales, del orden de los 20 G, debe soportar el impacto del viento a velocidades sumamente altas y, finalmente, debe absorber el violento contacto con el suelo, que muchas veces no se produce de manera controlada. Rara vez un piloto sometido a esta situación se libra sin algún tipo de lesiones. No se han encontrado antecedentes respecto de la forma como las mujeres han soportado una eyección, sin embargo es de suponer que por tener una contextura menos robusta que la de los varones, las lesiones que sufren deben ser de mayor consideración.

No hay mayores diferencias entre la vida de cámara de una guarnición aérea y la que se desarrolla en un cuartel del ejército, pues ambas comparten las mismas circunstancias. Solamente se diferencian en que es normal que las unidades aéreas se encuentren en la periferia de los centros poblados, donde las operaciones aéreas no importunen a la población. Ello implica una vida de casino más activa que en las unidades terrestres.

No hay comentarios: