Tesis que efectua un analisis ampliamente documentado del rol de las mujeres en las Fuerzas Armadas y especialmente sobre la necesidad y conveniencia de incluirlas en unidades de combate.

jueves, 15 de noviembre de 2007

IV.- PROCESOS DE INTEGRACION 2.0 | EL IMPACTO DEL CONTROL DE LA NATALIDAD Y DE LA SOCIEDAD DE CONSUMO

2.- EL IMPACTO DEL CONTROL DE LA NATALIDAD Y DE LA SOCIEDAD DE CONSUMO

Las políticas de control de la natalidad, así como la creciente presión social por acumular bienes de tipo material, tienen un fuerte impacto en la conformación de las fuerzas armadas en los países europeos y en los Estados Unidos, principalmente. En nuestra América hispana, esta tendencia se ha ido haciendo más evidente en los últimos años, aunque atenuada por las elevadas tasas de desempleo que hacen más atractiva la opción laboral militar.

Es así como la propensión a restringir la cantidad de hijos a uno o dos como máximo, reduce paulatinamente la disponibilidad de varones jóvenes para entrar a integrar los escalafones militares. Como solución para atender a la demanda de mano de obra de oficios considerados de menor rango social y económico, que requieren de poca o nula preparación académica, los países europeos han recurrido a inmigrantes de naciones con tasas de natalidad más elevadas e ingresos menores. Países como los de Europa oriental, los norteafricanos y, más recientemente, los hispanoamericanos han servido para paliar el problema.

Para efectos militares estos candidatos, por diversas razones, no resultan del todo adecuados para el servicio, aun cuando por lo general su ingreso a las FF.AA. se ve restringido solamente por la normativa legal. España, país en el que las bajas tasas de reclutamiento han hecho crisis, han decidido la incorporación de extranjeros a las filas militares, en tanto que los EE.UU. hace mucho tiempo que los admite.

No puede ignorarse el hecho de que las FF.AA. son la expresión militar de la nacionalidad. La incorporación de extranjeros en la milicia, necesariamente implica una notoria pérdida del sentido nacional en los cuerpos castrenses, cuyas consecuencias sólo podrán percibirse a cabalidad, en un conflicto bélico de mayor intensidad que los que actualmente se han librado por estas FF.AA. multinacionales bajo una sola bandera.

Diversos países europeos han tomado conciencia del problema de las bajas tasas de natalidad, desarrollando políticas de protección a las familias numerosas. Medidas que de tener éxito, sólo mostrarán efectos perceptibles a mediano y largo plazo.

Las Tablas 16 A y B nos muestran la realidad, también preocupante, de nuestro país al respecto. Su análisis nos indica la continua caída en la tasa de natalidad, con el agravante, que no existen políticas gubernamentales para revertir esta tendencia. Al contrario, las últimas décadas han sido marcadas por el apoyo gubernamental a políticas de control de la natalidad.

TABLAS 16 A y B.-


La pérdida de las colonias, antaño una fuente importante de mano de obra militar, impone la necesidad de restringir el reclutamiento a la población del territorio metropolitano. La famosa Legión Extranjera no es vista con buenos ojos entre la mayoría de los europeos, incluso en Francia, por nutrirse de mercenarios. Muchos de los cuales son sencillamente indeseables que huyen de la justicia de sus países de origen. En las unidades de la Legión, la falta de un sentido nacional francés, es suplida hábilmente con el argumento de que la Patria del legionario es la Legión. Además, se les otorga la nacionalidad francesa para aquellos que cumplan una cierta cantidad de años en el servicio.

El mercenario, que en tiempos medievales constituía el grueso de los ejércitos europeos, hoy sólo está incorporado en los ejércitos británico (Gurkas), español (Legión Extranjera) y francés (Legión extranjera), aunque limitado a determinadas unidades.

El fenómeno de las campañas publicitarias promoviendo el ingreso a las fuerzas armadas, que en el pasado sólo se presentaba en tiempos de guerra, se ha tornado permanente. Es imperioso competir con todos los medios disponibles por un recurso cada vez más escaso: el humano.

También, el envejecimiento de la población, otra consecuencia de los bajos índices de natalidad, incide poderosamente en las oportunidades de los servicios armados para reclutar personal. Como es natural, la función militar es propia de gente joven.

TABLA 17.-

Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Boletín 2005

El envejecimiento de la población produce entre los jóvenes más y mejores oportunidades en la actividad económica. Frente a lo cual, las fuerzas armadas, generalmente remuneradas por debajo de la actividad productiva privada, no pueden competir. Este factor adquiere un grado

de complejidad adicional, debido a que la sociedad occidental contemporánea ha hecho de la adquisición, posesión y goce de bienes materiales, el elemento de valoración social más importante. El pobre, a su carencia de recursos, debe agregar el sufrimiento de su menor consideración social. Los que han elegido la vida militar como su forma de vida, con la consiguiente restricción en la satisfacción de sus necesidades materiales, sufren ahora también la de una menor consideración social.

La pertenencia a una rama de las fuerzas armadas hasta mediados del siglo XX, era considerada una cuestión de gran prestigio y aceptación social, para posteriormente pasar a ser una actividad atractiva sólo para los grupos sociales menos pudientes y, por lo tanto, menos valorados en la escala social.

Con raras excepciones, la mujer aspira y obtiene niveles de renta inferiores a los del hombre, por lo tanto, las fuerzas armadas, con sus remuneraciones más reducidas, no constituyen una alternativa laboral menos atractiva para ella. Además, como en el servicio castrense los niveles de ingreso dependen del rango alcanzado y de la función desempeñada, las rentas no quedan determinadas por el sexo del funcionario, lo que pone a la mujer en un plano de igualdad frente al varón.

TABLA 18.-

Fuente: Banco Central de Chile

La insuficiente cantidad de candidatos a ingresar a las fuerzas armadas, ha motivado a los gobiernos europeos a considerar dos tipos de medidas: en primer lugar, ofrecer mejores niveles de remuneraciones y segundo, el abrir más espacios a las mujeres, en los roles en que ellas no han sido admitidas. La primera de estas medidas, siempre encontrará el obstáculo de la escasez de recursos fiscales, los que con el término de la guerra fría resulta poco atractivo destinar a las fuerzas armadas. La segunda medida, parece encontrar mayor apoyo entre los políticos, por el hecho de que les permite captar más votos en el electorado feminista, a la vez que no les obliga a desembolsar más fondos públicos en la defensa, punto que les acarrea el favor de los grupos ecologistas y pacifistas.

Volviendo al tema de los mejores niveles de remuneraciones, se ha planteado una nueva opción: el reclutamiento de jóvenes voluntarios por períodos de tiempo limitados (cuatro o cinco años), a cambio de becas de estudios u otros beneficios, al término del servicio en la milicia. Estos períodos de servicio pueden ser prorrogables y conducir a una carrera regular.

Es una solución atractiva, pues resuelve el problema de la cantidad de personal reclutado, pero tiene un alto costo y no es adecuado para satisfacer las necesidades de personal de alta calificación técnica, cuya preparación es cara, tanto monetariamente como en términos del tiempo que demanda su formación práctica y teórica. Las FFAA. de los Estados Unidos han aplicado este esquema por años, y han podido conformar un vasto y bien entrenado cuerpo de reservistas, con los que ha atendido con éxito las necesidades de tropas para las campañas de Tormenta del Desierto, Afganistán e invasión de Irak. No obstante, el costo de mantener entrenadas a grandes fuerzas en la reserva, es alto y tiende a perjudicar las opciones de los reservistas para conservar sus empleos civiles.

Esta posibilidad resulta interesante para las mujeres, en especial las que provienen de las capas sociales más bajas, que ven en esta opción la oportunidad para subir socialmente y mejorar sus ingresos.

Finalmente, la alternativa del servicio militar obligatorio, implantada por primera vez en la Francia revolucionaria, hoy es considerada poco democrática. Cuando se la mantiene está sujeta a numerosas limitaciones, como la objeción de conciencia, por muy diferentes causas. En todo caso, no es una solución adecuada, pues no resuelve el problema de fondo: la falta de población “en edad de portar armas”. En las fuerzas cuya naturaleza es esencialmente técnica, la conscripción sólo puede resolver una porción mínima de las necesidades de personal, en particular en los países con un bajo nivel de escolaridad o de desarrollo tecnológico incipiente.

Es importante hacer notar que los factores expuestos anteriormente se ven sometidos a esporádicas variaciones, como consecuencia de las vicisitudes a que está sometida la economía: cuando se viven períodos de estrechez, normalmente las fuerzas armadas no sufren de escasez de candidatos a servir en sus filas. En un escenario como el chileno actual, en el que la baja demanda de mano de obra genera un alto número de jóvenes desempleados, la opción por ingresar a las FF.AA. se hace cada vez más atractiva, lográndose mejores bases de selección, tanto para el ingreso a las escuelas matrices como para el servicio militar.

Como puede apreciarse, la creciente carencia de varones jóvenes para el mercado laboral militar, sea por un descenso en la natalidad o por el bajo atractivo económico de las carreras militares, va abriendo sostenidamente el acceso femenino a las funciones castrenses.

No obstante lo anteriormente aseverado, las actuales circunstancias políticas en el plano internacional, han experimentado variaciones que han hecho repensar la necesidad de reclutar mujeres para las fuerzas armadas. En esencia, con el término de la guerra fría, la necesidad de contar con grandes contingentes de tropas preparadas para el combate, ha disminuido significativamente en los países de Europa Occidental, así como en los EE.UU. A esta menor demanda de mano de obra militar, se ha sumado un mayor esfuerzo de automatización de equipos y sistemas, que también incide en menores dotaciones para las fuerzas aéreas y navales, aunque sólo parcialmente en el caso de las terrestres.

Naturalmente que estos procesos exigen del personal militar un mayor grado de perfeccionamiento técnico, para apoyar eficazmente a las fuerzas operativas. En este sentido, la mujer puede competir eficientemente con el varón, pues las disciplinas técnicas son campos en los que ella puede desenvolverse bien. Sin embargo, las FF.AA. siempre serán más eficientes en sus tareas, si la función técnica y la propiamente militar, pueden ser atendidas por el mismo personal.

Una cuestión importante es la relativa a los criterios de selección. Normalmente un cierto número de candidatos a los planteles militares es rechazado, por no cumplir con los patrones de selección. Razones académicas, por una parte e incapacidades físicas por otra, son las causas más relevantes de eliminación de candidatos. Pero no son los únicos, ya que también se fijan rangos de edad fuera de los cuales todo candidato es automáticamente rechazado, deformaciones físicas, etc.

Las causales de tipo académico van desde el no contar con los niveles de escolaridad mínimos que se exigen, hasta el bajo puntaje logrado en los exámenes de admisión. Es natural y deseable que las FF.AA. decidan aceptar a los más idóneos.

En el plano de las aptitudes físicas, las variables son numerosas y en ellas es posible distinguir ciertas áreas que merecen alguna discusión. El tema del pie plano es una de ellas. Los especialistas en medicina militar ya no están de acuerdo que este asunto sea realmente una patología. La distinción moderna entre pie plano flexible y pie plano rígido, hace recomendable revisar a fondo este tema, pues es muy probable que numerosos candidatos, con méritos académicos y otros, queden eliminados por esta causa que en definitiva, no les impide desarrollar las mismas actividades que las personas que poseen un pie “normal”. Incluso entre quienes poseen el pie plano rígido, sólo unos pocos pueden ser calificados realmente como casos patológicos. Difícilmente, una mujer con pies “normales” es capaz de rendir físicamente más que un varón con pies planos, en las duras condiciones en que se desenvuelve la vida militar.

Ciertas afecciones pueden ser tenidas como causales temporales de exclusión, pues su corrección es factible en condiciones normales. La falta de ciertas piezas dentales o la presencia de caries, por ejemplo, pueden decidir la eliminación de candidatos aptos, aunque sólo tengan incidencia en cuestiones odontológicas o estéticas menores.

Finalmente, la cuestión relativa a los rangos de edad es digna de estudio. Un candidato no es menos deseable, porque su edad exceda ciertos límites. Es cierto que no es lo mismo un cadete o grumete de 20 años, que uno de 25, que iniciará una carrera cerca de los 30. Pero también es cierto que es posible estructurar carreras en las que el postulante inicie su desempeño profesional contando con un título profesional y que ha cumplido con un programa de adoctrinamiento militar, mientras realiza sus estudios universitarios. Las FF.AA. norteamericanas han aplicado programas semejantes por décadas y el hecho de que tales programas se mantengan, es un indicativo del éxito alcanzado. El mismo esquema permitiría contar con una dotación calificada de reservistas.

El tema de los criterios de selección es, en resumen, un punto en el que se debe reflexionar, pues es probable que la preocupación de las FF.AA. respecto de la escasez de candidatos aptos para la función militar, tenga en parte su origen en procesos de admisión excesivamente rigurosos, en aspectos de menor relevancia. Cabría preguntarse si, de acuerdo con los patrones de selección modernos, Napoleón Bonaparte, por su baja estatura, podría ingresar hoy al ejército al que él dio fama. Otros notables militares, como Julio César y Alejandro Magno, también sufrieron dolencias que hoy les dejarían fuera de cualquier proceso de admisión.

Por consiguiente, el argumento de la menor disponibilidad de jóvenes en condiciones de portar armas para introducir a la mujer en la milicia, ha perdido su vigencia. Al menos para las fuerzas navales y aéreas.


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