Tesis que efectua un analisis ampliamente documentado del rol de las mujeres en las Fuerzas Armadas y especialmente sobre la necesidad y conveniencia de incluirlas en unidades de combate.

viernes, 23 de noviembre de 2007

III.- SITUACIÓN ACTUAL 2.0 | Argentina

UNA MIRADA A NUESTROS VECINOS:

1.- ARGENTINA

La historia argentina, desde sus comienzos, muestra una activa participación de la mujer en las acciones militares. Sin embargo, la presencia de la mujer en las FF.AA. es bastante tardía en comparación con Chile. Sólo hay antecedentes de mujeres en el Ejército, desde 1960 y 20 años después, en la Armada.

Durante las campañas de la independencia, las mujeres tomaron parte en actividades castrenses, generalmente como consecuencia de su deseo de compartir las penurias con sus maridos. De este modo, su participación generalmente era como encargadas de elaborar la comida, lavar ropas y cuidar enfermos y heridos. Todo esto sin perjuicio de que espontánea o deliberadamente, hayan debido entrar en combate. Como se contaban numerosas atrocidades cometidas por las tropas leales a España, era natural que ellas estuvieran bien dispuestas a pelear por sus vidas, las de sus hijos (que ocasionalmente también marchaban con sus padres) y por sus bienes.

Como en otros casos, la participación de la mujer en combate de forma deliberada, ocurrió. Pero siempre fue como casos de excepción.

Al igual que en nuestro país, la ocupación del territorio del sur del país debió hacerse contra la firme oposición de la población nativa. Ello dio origen a una larga y dura campaña militar de exterminio en la que, una vez más, las mujeres tuvieron su parte. Conocidas como las fortineras, las mujeres que compartieron la guerra con los soldados, eran sus esposas, pero también habían simples prostitutas o amantes. Dependiendo de las circunstancias, estas mujeres debieron combatir, preparar la comida, cuidar enfermos, marchar, en fin, realizar innumerables tareas, sin derecho a pago alguno.

Mientras duró la campaña, el ejército les proveyó con una pequeña ración alimenticia y en algunas contadas y excepcionales oportunidades, recibieron órdenes para asumir funciones propias de un militar. Oficialmente, carecían de todo vínculo con el ejército al que en la práctica estaban integradas. Como es natural, abundan las leyendas y los personajes femeninos legendarios, probablemente con fuertes visos de verosimilitud.

La ausencia de conflictos militares en la historia argentina del siglo XX, hasta 1982, no ha permitido a la mujer durante más de 100 años mostrar sus capacidades y aptitudes para el servicio castrense. No se conoce de mujeres militares argentinas tomando parte en las operaciones llevadas a cabo durante la guerra por las Islas Falklands.

La incorporación oficial de la mujer al Ejército se produjo en 1960, con la creación de la Escuela de Enfermeras del Hospital Militar. No tenían estado militar ni ostentaban jerarquía castrense.

En 1982, el Ejército creó la escuela del Cuerpo Profesional Femenino. Su misión fue de reclutar, formar y perfeccionar al personal de oficiales y suboficiales, en las áreas que en Chile se denominan con el nombre genérico de servicios.

Como ha sucedido en prácticamente todos los países del hemisferio occidental, a fines del siglo XX, fuertes presiones de los grupos políticos “progresistas”, así como feministas, lograron abrir parcialmente las puertas de la profesión castrense a la mujer. Durante estos años han logrado que ellas alcancen posiciones de mayor jerarquía a las que llegaban previamente sólo varones.

Es así como la Asamblea Constituyente, abocada a la tarea de reformar la Constitución Nacional (1994) dio curso favorable a la propuesta de aceptación de los derechos de las mujeres, reconociendo la máxima jerarquía legal a la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, e incorporando otros artículos referentes al tema en los cuerpos legales, los que perseguían como objetivo garantizar la igualdad de oportunidades y de trato entre varones y mujeres.

El decreto firmado por el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de fecha 29 de agosto de 1994 puso en vigencia, el “Régimen para el Personal de Soldados Profesionales”.Fue una modificación legal muy amplia y que abrió a la mujer el acceso a los escalafones de línea, en las armas de apoyoy de especialidades. Cabe mencionar que ya el año anterior, se habían incorporado alumnas femeninas en lo que es hoy la Escuela de Suboficiales.

Los requisitos de ingreso no se diferencian respecto de los exigidos para los varones, pudiendo optar las mujeres a una carrera en las armas de artillería, ingenieros, comunicaciones y a las especialidades de músico, conductor motorista y enfermero general. Así también pueden acceder a un empleo en el Ejército como oficinista e intendencia, mecánico de aviación, mecánico de óptica y aparatos de precisión. Finalmente, en el área de la electrónica, la mujer puede elegir por desempeñarse como mecánico de equipos de campaña, mecánico de equipos fijos, mecánico de radar y mecánico de informática.

Como se puede apreciar, la incorporación de la mujer a las armas de combate (infantería y blindados), no está contemplado.

En lo referente a las carreras para oficiales, el ingreso de la mujer se produjo en el año 1997, mediante su postulación e ingreso al Colegio Militar, equivalente a nuestra Escuela Militar, teniendo como requisitos de ingreso, los mismos que los varones se ven obligados a cumplir.

En el Ejército argentino, la mujer puede optar por las armas de Artillería, Comunicaciones e Ingenieros, además de las especialidades de Arsenales e Intendencia. Tampoco se contemplan oficiales mujeres en las armas de combate. En la Escuela Militar de Oficiales de los servicios para apoyo de combate, se capacita a las aspirantes a oficiales de los servicios de sanidad, justicia, sistema de computación de datos y de la especialidad de técnico piloto.

Actualmente del total de efectivos de oficiales, suboficiales, cadetes, aspirantes y soldados voluntarios, aproximadamente el 6% corresponde a personal femenino. Probablemente las cifras de presencia femenina, que son relativamente más bajas comparadas con otros países, se deban al breve lapso transcurrido desde que se incorporó definitivamente a la mujer como parte integrante de la Fuerza. El objetivo es alcanzar entre un 10 y un 15% del total del personal. Dada la experiencia de otros ejércitos, las expectativas de presencia femenina son bastante razonables.

Cabe hacer notar que tal como también ha ocurrido en otros casos, la intención de incorporar a la mujer en un pie de absoluta igualdad frente al varón, no se ha cumplido cabalmente. El Ejército ha debido introducir algunas restricciones. Con la promulgación de la Ley 24.429 (Ley del Servicio Militar Voluntario del 5 de enero de 1995) y su Reglamentación (Decreto Reglamentario 978, del 6 de julio de 1997), se contó con las bases jurídicas necesarias, que permitieron desarrollar el sistema de Servicio Militar voluntario en reemplazo del Obligatorio, en el que participan tanto varones como mujeres, cuya finalidad es contar con FF.AA. profesionales.

Este cambio se realizó teniendo presente los pobres resultados obtenidos con las tropas de conscripción que tomaron parte en la guerra de las Falklands, las que enfrentadas a un ejército profesional se vieron en serios problemas y fueron rápidamente derrotadas. La intención del Ejército es que un número significativo de los voluntarios se incorpore al Cuerpo, como soldados profesionales. Los resultados alcanzados han sido satisfactorios, en palabras de las propias autoridades militares.

Además es importante mencionar el hecho de que los cambios referidos a la incorporación de la mujer a las funciones propiamente militares, tanto en el Ejército como en las demás ramas de la defensa, se llevó a cabo con relativa calma y sin grandes dificultades, entregándose a los mandos la oportunidad de evaluar las diferentes alternativas de solución a los problemas previstos.

La nueva ley ha permitido que la mujer militar tenga acceso a los más altos niveles de la escala jerárquica. Sin embargo, en lo referente a la posibilidad de convertirse en combatiente, sólo les está permitido acceder a las armas de apoyo de combate.

Como dato curioso se puede señalar que en la actualidad existe en el Ejército argentino una unidad que sólo cuenta con personal subalterno femenino: el Batallón de Operaciones Electrónicas 601.

En la Fuerza Aérea argentina, el ingreso de las mujeres está normado con los mismos requisitos que ya existen para los varones, en virtud de que la legislación que rige para esta institución, es común para todos los cuerpos armados.

Las primeras mujeres ingresaron a la Escuela de Aviación Militar el año 2001, de modo que aún no existen oficiales femeninos. Sus expectativas profesionales son las mismas que las de los varones, tanto en lo que respecta a las áreas de desempeño profesional, como al acceso a los más altos niveles jerárquicos.

En cuanto al personal de tropa, éste ingresa a la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea, creada en 1944. La mujer al igual que el varón, tiene acceso a las especialidades de mecánica aeronáutica, electrónica aeronáutica, telecomunicaciones, armamento y explosivos y seguridad y defensa. Las mujeres ingresaron por primera vez a la escuela en 1999. De esta manera, la Fuerza Aérea cuenta con mujeres en sus escalafones regulares de personal subalterno desde el año 2001.

La integración femenina a esta institución parece haber marchado sin mayores inconvenientes. Se han alcanzado, según datos de sus propias autoridades, la cifra de 30% de mujeres entre los alumnos de esta escuela matriz. Esta cifra es mucho mayor a la ostentada por la Escuela de Aviación Militar.

El año 2002, la Escuela Naval Militar acogió a sus primeras alumnas, las que egresaron como oficiales al servicio en el año 2007. Es importante mencionar que desde el año 1980 los escalafones de Profesionales, equivalentes a los de nuestros Oficiales de los Servicios, contaban con damas en sus filas.

Al concurso de admisión se presentó un total de 181 mujeres. De los 270 cadetes ingresados, 42 eran mujeres. De ellos, ha desertado el 50% de los varones y el 66% de las mujeres (ver TABLA 11), lo que permite estimar que la cantidad de oficiales de línea femeninos en servicio será de alrededor del 10% del total, en los primeros años de la nueva modalidad.

TABLA 11.-

Escuela Naval Militar (Argentina), año 2004.


Ingresados

Actualmente

Función Comando

Cadetes Masculinos

228

113

93.8 %

Cadetes Femeninos

42

15

93.3 %

Fuente: Instituto Universitario Naval (Argentina), Segundo Encuentro de Liderazgo “De la Teoría a la Práctica”. Ponencia sobre el liderazgo de la mujer, de Julio E. Sanguinetti.

En la Armada, la carrera profesional para las oficiales les impide su acceso a submarinos, fuerzas especiales e infantería de marina. Para el personal subalterno, están vedadas las áreas de infantería de marina, electricidad y maquinistas de mar.

La falta de experiencia de esta fuerza, en lo que a mujeres embarcadas se refiere, no permite evaluar el éxito de esta iniciativa. La tradicional reserva con que las fuerzas armadas trasandinas manejan sus asuntos internos evitando hacer declaraciones a la prensa, hace que se carezca de fuentes abiertas, con información de primera mano, sobre ésta y otras materias relativas al desempeño del personal femenino.

Las cifras revelan que en Argentina ocurre algo similar a lo observado en otras naciones, la cantidad de mujeres interesadas en ingresar a las fuerzas armadas es muy baja en relación a los varones.

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