Tesis que efectua un analisis ampliamente documentado del rol de las mujeres en las Fuerzas Armadas y especialmente sobre la necesidad y conveniencia de incluirlas en unidades de combate.

jueves, 22 de noviembre de 2007

III.- SITUACIÓN ACTUAL 2.1 | Peru

2.- PERÚ

En este país, la “rabona” es el arquetipo de la mujer ligada a la vida militar. El apodo de “rabona” deriva de su posición física tras las línea de combate, a la cola o rabo de las tropas, siguiendo a maridos, novios o amantes. En todos los conflictos, tanto internos como externos, las rabonas marcharon tras las tropas supliendo la carencia de medios logísticos orgánicos. Sirvieron informalmente como enfermeras, lavanderas, cocineras, etc., tal como las cantineras los hicieron en los ejércitos europeos o en Chile y las fortineras en Argentina. Por lo tanto, ellas compartieron con los varones, todos los rigores de la guerra.

Cuando llegaba el momento del parto, sencillamente se detenían lo suficiente como para dar a luz y casi de inmediato retomaban la marcha con el nuevo hijo a sus espaldas. La guerra no les daba tregua, no las esperaba, sólo les exigía. El arte pictórico y la incipiente fotografía las han retratado en diversas oportunidades. La falta de elementos de aseo personal y las ropas desgastadas no han restado un ápice a la gallardía con que enfrentaron la azarosa existencia que les tocó vivir.

Para algunos estudiosos del tema militar, la importancia de la rabona en el desempeño de las tropas no ha sido destacada ni estudiada suficientemente. Bien para atribuirle un fortalecimiento de la moral combativa de las tropas o para culparla de la “blandura” con que el soldado peruano se habría batido en la Guerra del Pacífico. Pero, en términos objetivos, la presencia de las mujeres en los campamentos militares de la época no puede ser vista como una ventaja ni como una desventaja, puesto que era una costumbre universalmente practicada y que sólo vino a desaparecer con la creación de los cuerpos de apoyo logístico que hoy conforman una parte importante de las fuerzas militares. Actualmente en estos cuerpos siguen militando mujeres, sólo que hoy lo hacen integradas en la orgánica militar, en tanto que ayer no tenían otro vínculo con el ejército, como no fuera el matrimonio o la relación amorosa informal con un soldado.

País marcadamente tradicionalista, el Perú debió esperar la llegada de un gobernante liberal, como Alberto Fujimori, para introducir cambios drásticos en sus FF.AA.

La Ley N° 26628 del 19 de junio de 1996, dictada bajo la administración de Fujimori, estableció la condición de Fuerzas Armadas mixtas en el Perú. Sin mediar más trámite, se materializó por la vía legislativa el ingreso de la mujer a los institutos armados peruanos, en pie de igualdad con el varón.

De esta forma, a las FF.AA. no les quedó otra opción que adaptarse en los aspectos legales y reglamentarios en el breve plazo de 120 días. Hubo poco tiempo, considerando el gran cambio que produce una medida de esta magnitud en Instituciones tradicionalmente poco dadas a los cambios violentos.

Las mujeres, al tenor de la ley, comenzaron a ingresar a las escuelas matrices en 1997. En diciembre del 2003 se alcanzaban las siguientes cifras de personal femenino en servicio activo a nivel de oficiales, según datos proporcionados por el Ministerio de Defensa:Ejército: 152 oficiales, 96 cadetes. Las mujeres representan un poco menos del 10% de los alumnos y presentan tasas de deserción del orden del 30%.

Marina de Guerra: 44 oficiales, 40 cadetes.

Fuerza Aérea: 33 oficiales, 53 cadetes.

No se ha encontrado cifras acerca de la realidad a nivel de personal subalterno.

Los requisitos de ingreso a la Escuela Naval del Perú contemplan diferenciación en los exámenes de tipo físico. El resto de las exigencias son comunes para todos los cadetes. En cuanto al grado al que pueden acceder, en las tres ramas de las Fuerzas Armadas pueden alcanzar la jerarquía máxima.

Al igual que en la mayoría de los casos, las FF.AA. peruanas no permiten el acceso femenino a las armas de combate en el Ejército, a las unidades submarinas y de Infantería de Marina y fuerzas especiales de la Armada y a las fuerzas especiales de la Fuerza Aérea. Según declaraciones públicas de las instituciones la incorporación de la mujer a la vida militar no ha tenido contratiempos. Sin embargo, en una sociedad conservadora y con marcadas diferencias sociales como es la peruana, es difícil que los problemas que han tenido otros países, no se hayan presentado con tanta o incluso mayor intensidad y frecuencia.

La experiencia personal me indica que el nivel social de las cadetes es notoriamente inferior al de los alumnos varones. Cuestión relevante en el establecimiento de las relaciones que deben vincular a compañeros de armas, sin considerar que en el futuro, estas mujeres deberán asumir la conducción de oficiales varones de menor rango y de personal subalterno, a cuyos ojos la posición social es muy importante para determinar la jerarquía dentro del conjunto.

No se puede ignorar que en el Perú, las diferencias sociales son marcadas, determinantes y generalmente apreciables a simple vista. Probablemente esta cuestión es de escasa importancia a nivel de gente de mar femenino, que proviene de los mismos estratos sociales de sus pares masculinos. En todo caso es importante señalar que la sociedad peruana hace claras diferencias entre varones y mujeres, en la determinación de los roles de cada uno, por lo que la mujer deberá esforzarse fuertemente para imponerse en un medio tradicionalmente masculino.

Las mujeres se embarcaron en las unidades navales recién el año 2002, tanto en la condición de oficiales como de personal subalterno, aunque éste estuvo en servicio desde mucho antes, ya que su formación demanda un proceso más breve. Es evidente que se hizo coincidir el embarco de ambos grupos para atenuar el impacto negativo entre los miembros varones de las dotaciones. La lentitud con que la Armada procedió a recibir mujeres en las unidades operativas responde a que la adaptación de los buques, para atender a este requerimiento, toma tiempo y mucho presupuesto. Es público que entre las unidades que se adaptaron, figura el crucero BAP Almirante Grau, junto a algunas fragatas de la clase Lupo.

Se desconocen en detalle las dificultades que se han debido solucionar en las unidades a flote para recibir adecuadamente a los tripulantes femeninos y los resultados que su embarco ha tenido en la eficiencia operativa de las unidades. Se estima en un 2% la presencia femenina en las Fuerzas Armadas Peruanas a finales del año 2005.

También durante el gobierno de Alberto Fujimori se consagró otro cambio importante; mediante la Ley Nº 27178 de Servicio Militar, se implanto un modelo de fuerzas armadas voluntarias, aunque no exclusivamente profesionales.

En términos de la presencia de mujeres en las FF.AA., la ley no hace distingos entre varones y mujeres. Todos los peruanos están obligados a inscribirse en los registros militares y a concurrir a los llamados para la selección de los conscriptos, pero sólo se acuartelan los declarados aptos y que voluntariamente deseen enrolarse. Al igual que en otros casos, la ley contempla variados incentivos para acuartelarse voluntariamente, como capacitación laboral, eventual acceso a las dotaciones de planta de las FF.AA. y Policía, algunos beneficios al momento de optar a cargos públicos por oposición y derecho a recibir tierras en los territorios que el Estado considere oportuno colonizar.

Es interesante notar en este caso, que si bien el servicio militar actualmente es voluntario, la inscripción en los registros militares es obligatoria, no otorgándose cédula de identidad a quienes no hayan cumplido con el trámite pertinente.

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